Entre el enfado y el rencor

  El Hombre está enfadado. Nuestro entorno más o menos cercano o lejano, es decir, nuestro mundo diminuto y cicatero, pero nuestro al fin y al cabo, está muy enfadado. Y es posible que lo pueda definir estupendamente una obra plástica tan hiperrealista como este hombre monumental de mirada hosca y desconfiada.

 

     Ese hombre dolorido y desnudo está arrinconado y aparenta, sin embargo, no tener nada que perder si oyera solo los consejos de su tremenda violencia contenida.

 

    Fue creado por el gran escultor australiano Ron Mueck, y nos mira desde su tristeza y angustia, sin otro interés, al parecer, que mostrar despectivamente su rencor y decepción.

 

  Mueck, conocido en las mejores bienales o en los más prestigiosos museos y galerías, es el actual paradigma del formato que va más allá de lo real. La nitidez y perfección de los rasgos de sus figuras son tales, sean rostros, manos, cabellos, ojos, uñas, manos, que dan escalofríos.

 

   En su tremenda perfección visual, matérica, junto a las emociones que transmite la escultura, parece retratar no sólo un momento específico, fotográfico, sino esencial y común a la sociedad agónica en que vivimos…

 

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