Claro, ayúdale a que lea... comprándole cuentos. No solo de tabletas, iPad o la última generación PlayStation4 vive el niño. No lo cargues con tantos videojuegos que al final tu hijo, sobrino o nieto, acabe por dejar de pensar o hilvanar siete frases seguidas. ¡Por favor, no te eches las manos a la cabeza, no soy un carca, claro que me gusta casi todo lo referido a los audiovisuales, pero los videojuegos conllevan en su mismidad o condición unas altísimas cotas de agresiva competitividad y destrucción!
Piénsatelo. Aquí abajo, y para facilitarte la labor, te adjunto un archivo en pdf con una larga lista de cuentos tradicionales que leyéndolos en familia pueden seguir haciendo las delicias de los más pequeños y los mayores. Hasta puedes escenificarlos a la hora de contar cualquiera de ellos. Desde Caperucita y su inseparable Lobo feroz hasta la princesita que antes fue Cenicienta... ¡Y qué más da si te sales de la estructura del cuento y hasta acabas improvisando! Eso es lo lindo, lo creativo... Pues que en medio del relato o la lectura, tú mismo puedas hablar de la solidaridad y la eficacia del compartir o de la defensa de los derechos inalienables de la persona, o del necesario despertar de la conciencia por un sencillo beso de auténtico Amor...
Recuerdo que mi tía Miquita, ciega desde los seis años, me contaba cuando yo niño sus cuentos preferidos de infancia sentada por los pies de mi cama. Ella, como era lógico quería que me durmiera, pero a mí se me abría en mi mente tal suerte de mágicos universos que cuando acababa, invariablemente, todas las noche le preguntaba lo mismo:
- ¿Y qué más...? ¿Qué pasó después? Sigue, por favor...
Tal era su creatividad que seguía contando hasta que yo, adormecido por el tono medio de su voz mántrica, acababa por dormirme, y me iba de su mano hacia esos mundo maravillosos...