Tal día como hoy, 1 de abril, nacía en Santa Cruz de Tenerife, hace cien años, nuestra madre, Amparo Walls Hernández. Dedicada siempre a trabajar en el comercio de la Rambla de Pulido, junto a su esposo Sulaimán Omar Zaruk, optó por escribir sus memorias cuando le empezaron a fallar las piernas, ya nonagenaria. Publicó dos libros antes del 2011, Mariposas de papel y Párrafos de la memoria. Fueron muy celebrados por los amantes de la literatura de estética sencilla y hondamente humana, quizá porque muestran con clarividencia ejemplar el testimonio de una época santacrucera ya pasada que nos incita a la nostalgia. Los contenidos de ambos libros deambulan por el recuerdo de la autora deteniéndose en algunas casas, calles y personas de los años veinte y treinta de esa ciudad, consiguiendo emocionar a través de su gran ternura.
Fue una mujer ejemplar que escribía y tocaba el piano y que logró trasmitir a sus descendientes la pasión por la cultura y el arte. Cruzado el umbral de los noventa decidió redactar sus memorias, y éstas fueron publicadas por Ediciones Idea en sendos volúmenes. La muerte la sorprendió un siete de enero, cuando ya tenía muy avanzada la redacción de su tercera entrega.
Los auténticos amores jamás se olvidan, pero hay que dejar partir y que sea la Vida, en su infinita inteligencia, la que coloque nuestras esencias en las estructuras y engranajes más convenientes para el devenir cósmico. Somos simples motas de polvo o granitos de arenas que el viento universal traslada de un lugar a otro sin aparentes destinos: porque es nuestra limitada sabiduría la que aún desconoce las auténticas esencias de la Existencia en expansión. No en vano, sabemos ya que el universo crece y que Dios se perfecciona a sí mismo.
En sus libros, de técnica sencilla, además de testimoniar el antiguo Santa Cruz, queda la constancia de su exquisita manera de ser y honda humanidad. Recomiendo vivamente sus relecturas. Aquí transcribo algunos fragmentos o párrafos extraídos del manuscrito de su segunda entrega titulada Párrafos de la memoria:
02/04/08
Ayer, a las doce de la mañana, nacía yo. Claro está, en 1914. Decían que se produjo en el preciso momento en que pasaban las tropas de infantería por la puerta de casa de mis padres, en el Barrio El Cabo de Santa Cruz, en la Plaza de San Telmo. Fui la más pequeña de cinco hermanos. Ha pasado ya tanto tiempo y han ocurrido tantísimas historias que…, pero en este momento me siento muy feliz con mis noventa y cuatro años. No pido nada, sólo salud. Mi cabecita la tengo muy bien, aunque mis piernas están muy flojitas. Salgo poco, de vez en cuando me doy unos paseos por la Avenida de Anaga, delante de mi casa, acompañada de mi empleada de hogar. Parece buena muchacha. Mis hijos me visitan unos u otros casi todos los días. Me siento con mucha felicidad, rodeada de mis seres queridos. No puedo pedir más. Miro al cielo y le doy las gracias a Dios por lo que me ha dado. Son buenos hijos que me colman de cariño y me siento feliz.
Aunque no digo nada, yo espero alguna sorpresa de cumpleaños, pues lo celebramos este fin de semana. No puedo saber qué cosas pueden ser. Seguramente habrá un collar muy lindo, como a mí me gusta todo, pero se agradece mucho cualquier otra cosa. Y como son tantos de familia cada uno aparecerá con su hermoso detalle. En este momento, aún de mañana, acabo de recibir un regalo sin esperarlo. Una media mesita para poner sobre las rodillas, para apoyarme a escribir. Si no es un día es otro, pero siempre viene con sus atenciones. Que Dios les bendiga.
08/04/08
Continúo esta labor para no perder la costumbre y seguir escribiendo unos párrafos nacidos de mi imaginación y mis sueños. Uno de ellos fue con mi bisnieto que tiene dos años y medio. Es un niño que se merece todo el cariño. Es muy inteligente, alegre y vivo. Yo me encontraba como en un paraíso en medio de muchos colores brillantes. Jugábamos a la rueda de San Miguel… que los santos quieren ver, el pan duro, duro… Como el niño se cayó de culo, salió corriendo. No le gustó caerse al suelo. Yo, desesperada, seguí corriendo tras él. Pero nos encontramos a unos chicos de la tuna cantando y bailando con las panderetas y él se encontró con su profesora Mónica, del Colegio Hispano Inglés. Y siguió saltando y brincando como un saltaperico, lleno de alegría. Este fue un sueño feliz.
22/04/08
Tenía una escoba en la mano y empecé a barrer muchos papeles en el suelo de un largo paseo. Los barrí para un rincón y no los recogí del suelo. Todos los sueños son producto de la imaginación, porque el sentido no está quieto. Pero un sueño puede ser como relato para escribirlo, leerlo o contarlo, o verlo como si fuera un teatro sencillo. Pero siguió siendo un sueño emocionante. Me encontré en ese largo paseo con una parranda muy sonada, pues todos estaban cantando y bailando. Era una parranda de flautas y tambores, y les acompañaban muchos niños, danzando y alborotando por todo el camino. Salí corriendo y me encontré en una playa y allí vi de nuevo a los niños vestidos con trajes de muchos colores. Aunque luego comprobé que más bien parecía una tropa militar. Pero los niños dan mucha alegría y paz. No es más que un sueño…
04/06/08
Yo amo la vida como un amanecer. Doy gracias a Dios porque tengo vida, luz y alegría para escribir mis sueños. El sol, el atardecer, las estrellas me llenan. Me encanta ver el mar como un cristal transparente que va controlando a todo ser humano día y noche, y nos da fuerzas para poder seguir escribiendo y poner los pies en el suelo. Todos los niños del mundo son inteligentes, sus madres están bendecidas por traer los hijos al mundo. Los niños dan mucha paz, es el bien de los padres.
Veo la luz del día, el sol, las estrellas, la luna, los horizontes, el bienestar. Todo es un misterio, y me lleno de emoción. Me siento agradecida por todo lo que me has dado. Lo recibo con mucha alegría, paz y entendimiento. Escribo porque me gusta y me entretengo por las tardes. Quiero que lean todo y después me den la respuesta, sus opiniones, les guste o no…
Creo que Mariposas de papel fue un libro bien logrado, porque tiene de todo un poco y es muy sencillo. Porque todo me salía del corazón, como un conjunto de sentimientos que surgen del alma.
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