© Alberto Omar Walls
¿Por qué dices en un poema
que la Verdad no tiene nombre
y nadie podrá dominarla?
¿Podré hablar a solas con ella?
Me refiero a la sin fecha
de caducidad en el envoltorio.
Hablo de la verdad que no se pudrirá
aunque la saquen al sol de la vida,
la que no se guarda en el congelador,
la de sin aditivos para digerirla,
la verdad del corazón de los niños,
la que actúa sin defensa ni ataques.
¿Una misma verdad para todos,
que no tenga que ver con las riquezas,
posesiones, los bonchos
o con el juego sucio,
la cultura o el obsesivo ocio?
¿Que tampoco quiera saber
de honores sociales, del qué dirán
o las apariencias junto a las modas?
La que no se ajuste a calendarios,
sepa campear por sus fueros
en medio de lo que sea,
de la bondad, del silencio nocturno
con o sin estrellas, o en el hueco
de las siempre dolorosas tormentas,
en el bravo fuego de los volcanes,
o en los ay de millones de heridos
junto al tronar de bombas asesinas.
Detrás de toda apariencia física
hay una verdad entrevista sólo
por el ojo de la mirada limpia:
¡así todo tu ser será transparente!
Esa verdad sabe esconderse con costras
de apariencias como algunos
pueblos sepultados bajo lavas,
para no ser dañada
y salvarse de la destrucción.
Ella se escurre entre rendijas
de todo tiempo venido y por llegar.
Es sutil y flexible como el aire.
Pero no es sólo aire. Es ágil
y rápida como una luz,
pero no es sólo luz.
Es voraz y límpida como el fuego,
pero no es sólo fuego.
Es terrible o mansa como el agua,
pero no es sólo agua.
La verdad que subyace en las entrañas
del ser no acaba nunca, fluye en lento
manar infinito de ternuras e irá a dar
a un anchuroso mar imaginado,
que tampoco sabe de caducidad,
ni se pudre al sol y nunca muere
como los hijos del tiempo. De nervios
amasados, pan de olvido
los hicieron, y aún buscan
desde centurias de milenios saber.
La duda les impulsa
la busca de lo único.
Los hijos de la carne mueren
buscando el olvido; cascarones de proa
cuyos barcos de vida
han dejado sus océanos muy atrás,
tanto que ya no recuerdan
de dónde vinieron ni hacia
dónde la existencia los arrastrará.
Sus actos se perderán en nada,
hechos esa materia tosca que chocará
contra arrecifes invisibles.
Para todo buscarse sin aliento
los impulsa el obsesivo hallazgo de lo inasible,
pero sólo se subyugará ante
sí mismo, innombrable, y se esfumará
por donde vino, harto de los sueños
de tantas mentes dormidas.
Claro que la verdad es arisca,
díscola, rebelde y hosca. No la hay auténtica
y, al mismo tiempo, domesticada.
Si la buscaras para asombrar a otros,
jugará contigo al escondite a su gusto,
también se ocultará bajo las mesas
ricas o en lo hondo de los corazones
de los más pobres de amor,
en las sufrientes carnes de los enfermos,
en los ojos benditos de los niños
maltratados por lo incompasivo,
en los amargos inocentes
del vacío, terribles hijos del odio.
Se ocultará para siempre,
nadie la apresará aunque ansíen poseerla.
Se defenderá de los mercaderes,
quienes en nombre
de lo sagrado buscan encerrarla
en tubos de ensayo para decir:
ahí está aislada, miradla,
la verdad se ha dejado domeñar
como un potro salvaje, y está bajo
nuestro mando, no más a la deriva
porque la hemos hecho religión o ideología.
Aún sabrá ella que no está presa,
como lo estamos nosotros en cuerpos
surgidos hijos de la destrucción.
Para cuando las tierras se hagan molido
polvo, juntándose con los huesos
de los antepasados, la única verdad seguirá
queriendo penetrar en la voluntad
y el corazón de los que ansían ser
ellos mismos parte de la Verdad.
El gran libro que desvelaría
todas las incógnitas aún oculta
olvidos en bibliotecas inexistentes,
mientras los humanos, mirándose
el redondo ombligo universal,
creyéndose centro del universo,
andarán sin saber, aunque sean capaces
de matar inventando una extraña
razón a ese sinsentido.
Dirán que es por sus poderes e ideas,
por las limpiezas de las sangres sucias,
por el dominio de voluntades mórbidas,
por el tintineo de las riquezas ensangrentadas.
Si hasta por una mica de tierra
sacrifican al hermano y la madre.
¿Ves ahora que no es conocida
y que no sabes de qué se compone?
Puede que esté hecha con virutas de amor,
con las bravuras de los mares rompientes
contra los roques de luz eterna.
Atravesará mundos y el universo
entero. También será sutil, transparencia
de cristal, dura y poderosa, diamante
que se esconde adoptando
la minúscula forma de una gota
de polvo en el corazón,
en la base de las conciencias.
Verdad hecha de la energía
de existencias, de la música de almas
con que se fabrican los verbos
compasivos, las sabidurías y
las alegres savias de naturalezas.
La que se esconde para que no la destruyan,
sabe que lo único es lo compasivo,
que lo otro son disculpas,
que nada la derrumba
y que tampoco hay lugar en la tierra
donde puedan esconderse para evitarla.
Emergerá limpia cuando las fantasías
ocupen el lugar dedicado
al fantasma de las invenciones.
Si también sabes que el amor
es libertad, no podrás seguir
buscando la unión en la separación,
ni la libertad en el cautiverio.
Si das libertad, serás liberada
de las mentiras. Búscala, aunque
la presientas aparentemente dormida
en el centro de cada una de tus células.
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