© Alberto Omar Walls
Negrito es un gato buda. Sé que alcanzará la budeidad cuando se vaya de este plano, y trascienda. No se da mucho ese caso, pero es tan posible como cualquier otra variante prevista en las virtualidades de los seres vivos. Me habla, pero no por eso lo considero un buda. Lo reconozco por su talante y compostura permanentes.
Me responde, cada vez que le hablo, con monosílabos gatunos, como es previsible, o dilatados maúllos, es cierto, pero yo le entiendo lo que me dice o lo que pretende comunicarme. No se alarga demasiado el diálogo, porque tampoco me tendrá mucho que decir: estoy bien, ¿y tú qué tal?; ¿estás contento contigo mismo?; sin novedad en el jardín, todo controlado, ahora estaba haciendo la siesta, todo está tranquilo, puedes irte a hacer tus cosas…
Estoy seguro que me habla desde su corazón. Desde su corazoncito animal, con las mismas funciones que el humano, pero en nuestro caso hemos olvidado el verdadero significado de hablarnos desde el corazón. Cuando solo hablamos desde el raciocinio, inventamos a cada rato la mentira y el egoísmo. Deberíamos experimentar más a menudo el bajar los pensamientos desde la cabeza al corazón. Ahí, en esa poderosa marmita, se da la transmutación de todos los metales en oro puro.
- ¿Qué dice tu corazón?
- Está bien, está contento…
Así se saludan los chiapanecos entre sí cuando se encuentran. Ambos ciudadanos se ven de mañana, se sonríen, y se dicen:
- ¿Bi chi awo’tan?
- Ts’el o’tan…
Magnífica manera de saludarse, porque ponen sus corazones a hablar. Qué hermosura de idioma el tzetal, la lengua más hablada en el estado de Chiapas, y la quinta en todo el país mexicano. Los apóstrofes que he pretendido incluir en esta transcripción, se refieren a la consonante oclusiva glotal, algo parecido a la ‘ain árabe, pues hay que llevar la intención fonadora hasta atrás, y dar un pequeño golpe sobre la glotis por las cuerdas vocales.
Así que… ¿Qué dice hoy tu corazón?