Lo que te mata


© Alberto Omar Walls

 

No es el tabaco el que te mata. Si acaso la emoción oculta que te lleva a fumar de manera obsesiva o compulsa. O la tristeza obtusa, que te empecina y te hace cada día más tosco y testarudo. A estas alturas del negocio de vivir, quien más quien menos sabe ya qué cosas sean las que, verdaderamente, le matan… Alguien en quien creía me dijo hace tiempo que "empezamos  a morir desde el momento que nacemos".  Aquella vez me lo creí, porque pensé que era una afirmación muy literaria o sabia, pero luego supe que únicamente puede matar aquello a lo que le concedes fuerza y dominio sobre ti. Porque tú mismo creas, querido personaje, lo que mata o te da la vida.

 

El día a día está hecho de pequeñas cosas cotidianas. Me refiero a esos asuntos en los que te ves inmerso (sobre todo cuando no estás atento a lo que el inconsciente devuelve), y te encasquetas en la mente una de las varias admoniciones que tienes a mano, creadas y pensadas por ti mismo. Por ejemplo. te puedes decir: siempre pasará lo mismo, esto no va a salir bien haga lo que haga, todos son unos malos tíos, ¿viste cómo me miró?...

 

En las formas de expresarse a veces he oído barbaridades tan grandes como estas: no soporto a esa chica, si pudiera, la mataría; ¡me va a matar a disgustos!; vengo tan agobiado que tengo el hígado en la boca; el corazón se me va a salir del pecho; me dolió tanto lo que me dijo, como si me hubiera dado con una barra de hierro en la cabeza; la quiero porque la quiero, pero su nula puntualidad me trastorna; ¡una y no más!, me mata a disgustos ese niño... No es verdad, nada de eso responde a la verdad más auténtica, pero el inconsciente no se anda con chiquitas, ¡se lo cree todo!... y, a veces, hasta actúa literalmente (en tu nombre).

 

Así hasta el infinito. Nuestras capacidades de re-crear el mundo cotidiano también son infinitas, pero hay que ponerse a reciclar tanto los pensamientos como la actitud que tenemos y usamos en el día a día, minuto a minuto. Porque no es el “otro” o “lo otro” lo que mata, sino la relación que mantienes con todos ellos y contigo mismo. Y, sin saberlo, le hacemos daño a otros, porque no estamos aislados, sino entramados en una intrincada malla de espesas interconexiones energéticas... La Tierra entera lo está.

 

 Así que recuerda, querido personaje, tú solito te matas... Y es lo mejor.

 

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