Aunque suene a opereta, esta historia es muy corta, porque tiene el tiempo de un haikú. La brevedad es su condición, el instante es su esencia.
Estén atentos a este hecho inefable, porque es muy sutil la visión: el gato no sabe por qué, pero se detiene ante el espejo y observa su reflejo. Lo más hermoso o sorprendente es que se reconoce.
Nos dice Masuo Basho que Haikú es simplemente lo que está sucediendo en este lugar, en este momento.