ASSA, de Félix Hormiga

            © Alberto Omar Walls

 

El escritor Félix Hormiga ha publicado un libro de gran belleza, este que tengo entre las manos y que tituló, enigmáticamente, Assa. 

 

Félix Hormiga tiene una dilatada andadura en el mundo de la cultura en Lanzarote y en el de la edición en todas las Islas Canarias, porque ha transitado con su obra desde los años ochenta hasta ahora, con más de quince títulos de muy variada urdimbre, aunque conocida por todos es su tremenda empatía con la narración corta. Y, por supuesto, todos hemos gozado de su hermosa capacidad de decir en público los relatos, con la convicción y parsimonia con las que el más anciano de la tribu, dotado de gran sabiduría, reúne a sus habitantes al amor de la lumbre para contarle las hazañas y desventuras de otros que fueron, allá de los años, sus recordados y compartidos habitantes de la comunidad.

 

Los grados de verosimilitud que alcanzan sus relatos solo son comparables a esa voz íntima e irónica que desbroza en sus historias el autor anónimo de El Lazarillo de Tormes. Tal es su frescura y naturalidad, ambas exquisitas. La narración corta en Canarias estaría vacía de no existir la obra de Félix. El príncipe Tiqqlit, El Rabo del Ciclón, Aquí dentro hay un cuento, La noche mágica, Enigmas, El Tesoro de Lubary, El delfín plateado, son solo algunos de sus magníficos títulos.

 

Ahora se nos revela con otro tono ignoto la voz narrativa de Félix Hormiga, y es la voz tierna, dulce, a veces airada y dolorida, que nos relata los vínculos y deseos en relación con la evanescente Assa. Sabemos que no hay texto sin la convención de una voz que el autor pida prestada a su propia creatividad. En la novela será un personaje o un narrador omnisciente, en un poema puede simularse un alter ego que represente al autor; en el caso concreto de Assa, la voz que dice, que cuenta, que nos dirige y lleva a su antojo de un lado a otro de su cosmovisión poemagógica, es el propio Antonio Félix. Su voz no es solo poética, no es superficial, es honda y atávica -¡por supuesto que sí es una ficción!-, porque se atreve o lanza o se arriesga a inventar las sensaciones poéticas que reverberarán en la mente del lector.

 

Comprobarás cuando leas Assa que juega no solo con el tiempo, también con las querencias y los dolores, por supuesto con los espacios y los seres anclados en las memorias; las sensaciones se entremezclan con las emociones, y estas cabalgan siempre sobre las ausencias. Y el mar, como no podía ser menos, el agua de lo que todo nace y nos nutrimos... un isleño. ¿Qué otra personalidad ha de representar la hermosísima Assa que no sea la de una sirena mítica, o una isla nacida desde el interior amniótico de una marmita volcánica, o la esquiva dama sublimada por el mejor cine de las diosas del celuloide en blanco y negro?

 

 

Has de dejarte subyugar por las palabras que brotan de la voz susurrante de Félix. Olvídate si te está contando una historia o muchas, porque todo el texto está lleno de significados culturales y míticos. Tómate el tiempo necesario para paladear los sonidos junto a las imágenes reales o inventadas que te surgen en la mente. En fin, goza dulcemente con su tempo, con su ingenio, con su sabiduría, con sus tantos enigmas…

 

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