por Alberto Omar Walls
Quiso la mala suerte del desdichado Sancho que entre la gente que estaba en la venta se hallasen cuatro perailes de Segovia los cuales se llegaron a Sancho, y, apeándole del asno, uno de ellos entró por la manta de la cama del huésped, hechándole en ella […] comenzaron a levantarle en alto y a holgarse con él, como con perro por carnestolendas.
Don Quijote, Cap XXXX
Me maltratan como muñeco de trapo
y me gritan el colorín colorado
como si estuviese de colores pintado.
¿Soy de trapo? ¡Pues debo ser muñeco
barato!, ¡de trapo rajado y
meado con aguas de niños!
Sí, soy de trapo, porque me atrapan,
me aprietan contra el suelo, mis costuras
se rasgan y me destripan
como si yo fuera de crin, guata, y aserrín.
¿Seré un muñeco de trapo?,
¡lo juro, no me hicieron de crin,
ni aserrín, ni trozos de trapo,
y no tengo colores ni manos de barniz!
¡Ay, que me hicieron de carne doliente,
y solo soy el pobre Sancho
que a nada se niega ni contradice
la autoridad de don Quijote,
y por ello tengo maltrechos mis huesos
con todos mis trapos molidos!
¡Aunque si me hicieron de trapo,
que es material barato,
y me desbaratara, pues con dos zurcidos,
un gran hato en el pescuezo,
y quizá de esta me escapo!...
Si fuera de trapo tendría siete vidas,
las siete de trapo, y entraría y saldría
tirando de las bridas hacia los lados
así en la muerte como en la vida,
porque siempre resistiría…
¡Cuánto aguanta mi cuerpo de trapo
que guarda mis vísceras de guata!
¡Pero con qué vapuleos me regalan,
y que tremendas volteretas en el aire,
más aún, qué mareos y padecimientos!
¡Cuidad donde caigan mis madejas,
si mi cuerpo es de trapo,
por si lo atrapara las uñas afiladas
de aquel gato! Porque todo gato palpa
mira, saja y tira, muerde y abre
el vientre de trapo y destripa
el aserrín enguatado. Ay, maldito gato
si me atrapara la cabeza… La deshuesa
del resto de mi trapo, las desesa
y deshilvana la tela de araña
mal hilada de mi cerebro,
desmadejaría la lana de mis cuentas
de pensamientos y desmemoriaría
la historia de todo mi pasado.
Cansado me dejaría, cejando en su juego
carnicero, y yo quedaría abierto,
acabado, destrozado, sangrado,
arañado, mordido, vejado,
llorando, ¡ay, bendito Sancho!,
la ausencia de todo tu ser
y el olvido de mi pasado.
¿Me hicieron de trapo?
¡Será, porque me adapto a cien brazos!
¡Voy de mano en mano! ¡Una mano
me mece, otra mano me acuna,
me pellizcan manos, en abrazos
crueles manos se hermanan y se aúnan
manos con mi cuerpo de trapo!
¡Manos me estiran, manos minan
con malos tratos la unidad
de mi cuerpo de trapo! ¡Manos
me contraen y manos me deshacen,
manos me tiran y manos
me recogen, me castigan manos,
y manos me sobrecogen,
manos me reprenden sin tacto
y hacen pactos tantas manos
que destrozan mi cuerpo de trapo!
Harapo pendejo, mi cuerpo de trapo,
lana raída que no puede huir
de las viles manos. Las manos alzadas
se rifan mi cuerpo de trapo y lo hacen trizas.
La tinta roja que destilan
mis harapos se desliza y aprisa
prende en la ansiosa estopa
de las manos, como si mis trapos
cedieran al fuego de las iras
y ardieran con sangre brillante
y viscosa de mi cuerpo de trapo, pelleja
sajada por los tajos de las sucias
uñas de tantas pérfidas manos...
¡Ya no soy el humilde Sancho,
sino un destartalado muñeco de trapo,
moñudo, colorín y colorado!
¿Que de moquetes se trata?,
¡la que me cae encima! ¡Aparta,
apartad tantas manos de mi cara!
¡Ya vuelvo a lo alto, al aire
mantean mi pelele, y no escapo!
Dios lo sabe, soy de trapo,
que caigo, me enredo, me desbarato,
que subo, me tuerzo, descalabro,
que crujo, me aguanto, pero me adapto
y salto de mano en mano, hasta
que me abandonan en tierra
casi muerto, mugriento, sin aliento…
¡Ay, mi amo don Quijote,
paréceme que la vida se va en un suspiro!,
¿pero qué extraño destino nos trajo
a esta desvencijada venta
olvidada de la fortuna del buen Dios?
Lloro mi soledad descuajeringado
en este rincón mohoso, y solo me quejo
de tan mala y contrahecha suerte
y no del dolor de este vapuleado cuerpo,
porque…¿qué iba a decir?...
¡Ay, que ya no siento mis trapos!