Lo recuerdo recitando con su voz cadenciosa en el Paraninfo lagunero, con la sala a reventar, y la gente colgada de los balcones de los palcos (con nuestros temores de que se vinieran abajo con tanto peso de todas las edades), y también apiñados en el suelo por los pasillos. Vamos, que no cabía ni un alfiler, y con muchísimos más espectadores que querían entrar aporreando las puertas, violentos, exigiendo que se abrieran las puertas. Nunca había visto así el Paraninfo, salvo en la vieja época de nuestro grupo teatral Fragua, cuando representábamos obras irreverentes para el régimen, como Ceremonia por un negro asesinado de Arrabal. Pero eran otros tiempos, y en estos vivíamos la democracia, y el derecho a la cultura, por lo que el asombro buscaba otras razones más humanas que conectaban con el gran pueblo, con el pueblo grande.
Él, Mario, dentro, en el escenario, acompañado a la guitarra por Daniel Viglietti, iba desgranando suave y lento sus poemas tan humanos y populares. Yo pude gozar del recital entre bambalinas, junto al gran Kiko, siempre atento a las luces. ¡Fue una jornada única, memorable! Daniel Viglietti, claro está, con su guitarra.
Junto al recuerdo de hoy, aquí va mi homenaje a sus 100 años leyendo su poema Táctica y estrategia.