© Alberto Omar Walls
[…] movidos de un mismo espíritu, se llegaron a Sancho, y apeándole del asno, uno dellos entró por la manta de la cama del huésped, y echándole en ella […] comenzaron a levantarla en alto y a holgarse con él como un perro por carnestolendas. Las voces que el mísero manteado daba fueron tantas, que llegaron a los oídos de su amo…
Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha.
Capítulo XVII
Me maltratan como muñeco de trapo
y gritan colorin colorado,
así estuviese de colores pintado.
¿Soy de trapo? ¡He de ser muñeco
barato, de trapo rajado y
meado por aguas de niños!
Sí, soy de trapo, porque me atrapan,
me aprietan contra el suelo, mis costuras
se rasgan y me destripan
como si tuviera crin, guata, y aserrín.
¿Seré un muñeco de trapo?,
¡lo juro, no me hicieron de crin,
ni aserrín, ni trozos de trapo,
y no tengo colores ni manos de barniz!
¡Ay, que me hicieron de carne doliente,
y solo soy el pobre Sancho
que en nada niega ni contradice
la autoridad de don Quijote,
y por ello tengo maltrechos mis huesos
con todos mis trapos molidos!
¡Aunque si me hicieron de trapo,
que es material barato,
y me desbaratara, pues con dos zurcidos,
un gran hato en el pescuezo,
y quizá de esta me escapo!
De ser de trapo tendría mis siete vidas,
las siete de un felino, y me escaparía
tirando sin bridas hacia los lados
así en la vida como en la muerte,
porque siempre resistirá
y aguantará mi cuerpo de trapo
que guarda mis vísceras de guata…
¡Pero qué de vapuleos me dan los maleantes,
qué tremendas volteretas dibujo en el aire,
y con qué mareos y padecimientos me regalan!
¡Cuidad donde caigan mis madejas,
si mi cuerpo es de trapo,
por si lo atrapara las uñas afiladas
de aquel gato! Porque todo gato palpa
mira, saja y tira, muerde y abre
el vientre de trapo y destripa
el aserrín enguatado. Ay, maldito gato
si me atrapara la cabeza… La deshuesa
del resto de mi trapo, las desesa
y deshilvana la tela de araña
mal hilada de mi cerebro,
desmadejaría la lana de mis cuentas
de pensamientos y desmemoriaría
la historia de mi triste pasado.
Cansado me dejaría, cejando en su juego
carnicero, y yo quedaría abierto,
acabado, destrozado, sangrado,
arañado, mordido, vejado,
llorando, ¡ay, bendito Sancho!,
la ausencia de todo tu ser
y el olvido de toda tu parentela.
¿Me hicieron de trapo?
¡Será porque me adapto a cien brazos!
¡Voy de mano en mano! ¡Una mano
me mece, otra mano me acuna,
me pellizcan manos, en abrazos
crueles manos se hermanan y se aúnan
manos con mi cuerpo de trapo!
¡Manos me estiran, manos minan
con malos tratos la unidad
de mi cuerpo de trapo! ¡Manos
me contraen y manos me deshacen,
manos me tiran y manos
me recogen, me castigan manos,
y manos me sobrecogen,
manos me reprenden sin tacto
y hacen pactos tantas manos
que destrozan mi cuerpo de trapo!
Harapo pendejo, mi cuerpo de trapo,
lana raída que no puede huir
de las viles manos. Las manos alzadas
se rifan mi cuerpo de trapo y lo hacen trizas.
La tinta roja que destilan
mis harapos se desliza y aprisa
prende en la ansiosa estopa
de las manos, como si mis trapos
cedieran al fuego de las iras
y ardieran con sangre brillante
y viscosa de mi cuerpo de trapo, pelleja
sajada por los tajos de las sucias
uñas de tantas pérfidas manos.
¡Ya no soy el humilde Sancho,
sino un destartalado muñeco de trapo,
moñudo, colorín y colorado!
¿Que de moquetes se trata?,
¡la que me cae encima! ¡Apartad,
apartad tantas manos de mi cara!
¡Ya vuelvo a lo alto, al aire
mantean mi pelele y no escapo!
Dios lo sabe, soy de trapo,
que caigo, me enredo, me desbarato,
que subo, me tuerzo, descalabro,
que crujo, me aguanto, pero me adapto
y salto de mano en mano, hasta
que me abandonan en tierra
casi muerto, mugriento, sin aliento…
¡Ay, mi amo don Quijote,
paréceme que la vida se va en un suspiro!,
¿pero qué extraño destino nos trajo
a esta desvencijada venta, que llamáis castillo,
olvidada de la fortuna del buen Dios?
Lloro mi soledad descuajeringado
en este rincón mohoso, pero solo me quejo
de mi mala y contrahecha suerte
y no del dolor de este vapuleado cuerpo,
que…¿qué iba a deciros, vuesa Merced?
¡ah, que ya no siento mis trapos!