La Libertad es el mejor símbolo para definir el teatro: la libertad de pensamiento, la libertad de expresión, la deshinibición como fuente creativa y de expresión de la libertad individual. En fin, la Libertad con mayúsculas sea cuanto sea lo que se entienda por libertad. Segismundo, el personaje central de "La vida es sueño" de Pedro Calderón de la Barca, lo tenía bien claro, era poder actuar libremente sin estar sujeto y oculto en una cueva. Puede ser un símbolo de nuestra condición humana (como bien indicó Platón), pero también es la constatación evidente de que nos somos libres aún hoy día (sin tener que remontarnos al siglo XVII), y que estamos sujetos a las decisiones de otros, a los giros económicos y políticos, a la contingencia diaria de la incertidumbre moderna y a la manipulación social de quienes socialmente deciden por nosotros. Por eso, quiero dejar constancia de ese grito individual de Segismundo como un testimonio general en el que se reclama la sustancial y verdadera libertad.